Este año, la cantidad de estudiantes que muestran interés por la lectura ha ido empeorando, es decir, la “costumbre, tradición o hábito” de tener un libro, abrirlo, olerlo, curiosearlo y por supuesto, leerlo; es muy baja.
Es muy raro ver a las juventudes leyendo, bueno, o por lo menos la típica imagen de tener un libro físico en sus manos, pues lo de hoy, es un teléfono y si hay más pisto, pues otros dispositivos.
Leer en Jocotenango, siempre ha sido un tema difícil, y peor ahora con el ilimitado acceso a información en las redes sociales. Al parecer las personas leen más que antes (aunque no signifique una lectura y comprensión de calidad) porque están obligadas. Obviamente, para estar largas horas del día conectadas a las redes sociales, hay que leer, no hay de otra. pero ¿comprenden con claridad y sin tantas vueltas lo que están leyendo? ¿Comprenden lo que ven?
¿Cómo están abordando las familias, escuelas/colegios esta dinámica?
¿Todavía existen las bibliotecas escolares (si es que en algún momento hubo)?
¿Qué estrategias se impulsan para aumentar y mejorar el derecho a la lectura?
¿Todavía leemos? ¿Nos interesa leer? ¿Qué es lo que leemos? ¿Para qué leemos?
En fin, a nivel del proyecto de secundaria y diversificado en nuestra organización, estamos experimentando ese problema, casi ningún estudiante pregunta por un libro, y a pesar de que muchas familias están atravesando crisis económicas, sus hijos e hijas, de alguna manera han logrado hacerse de un teléfono (a veces con saldo, otras veces no) con uso moderado de internet si hay que pagarlo por ellos mismos; cuando hay acceso libre a internet, la cosa cambia, y los video juegos, tik tok, instagram, youtube, facebook, son las plataformas más frecuentes de uso y consumo.
Pero ¿y la lectura? y ¿la escritura?
¿Vale la pena todavía impulsar una biblioteca o espacio de lectura en estos tiempos donde ni a los profes y profas, comunidad de padres y madres de familia les apetece leer?
Les leo, saludos amistades.